Un principio básico de la medicina es brindar a las personas en riesgo el manejo más clínicamente y rentable para su condición o perfil de riesgo. Es bien sabido que el diagnóstico de diabetes gestacional conlleva riesgos para la salud materna a largo plazo, en particular la progresión a diabetes tipo 2 y el desarrollo de enfermedades cardiovasculares clínicamente manifiestas.
El riesgo elevado de CVD está presente incluso en mujeres que no progresan a diabetes franca. El sobrepeso y la obesidad comúnmente acompañan a la diabetes gestacional y deben abordarse como parte de un enfoque integral de “ciclo de vida completo” para reducir el riesgo cardiometabólico.
Las medidas no farmacológicas, incluida la lactancia materna, la modificación de la dieta y el aumento de la actividad física, tienen un beneficio comprobado para reducir la progresión a la diabetes tipo 2 después de la diabetes gestacional, pero su efecto absoluto se limita a una reducción aproximada del 5% durante 4 a 5 años, lo que claramente deja espacio para la exploración de enfoques alternativos.
Los medicamentos de tiazolidinediona fueron los primeros medicamentos que se demostró que reducen la progresión a diabetes franca después de la diabetes gestacional, pero los efectos adversos impiden su uso. Las mujeres con antecedentes de diabetes gestacional tienen un mayor riesgo de progresión a diabetes franca que otras mujeres con prediabetes y, en este grupo, la eficacia de la metformina es equivalente a una intervención intensiva en el estilo de vida, tanto a corto plazo como a los 10 años de seguimiento.
En muchos casos, el control de la obesidad también es un aspecto importante del cuidado de la diabetes posgestacional. Las intervenciones de estilo de vida estándar muestran una eficacia limitada en esta área, con una pérdida de peso promedio de 3 kg a 5 kg después de 1 año y una tendencia a recuperar peso después de completar la fase de intervención activa. Por el contrario, la cirugía bariátrica produce una pérdida de peso promedio de 25 kg a 20 kg al año y debe considerarse como una opción terapéutica para mujeres con antecedentes de diabetes gestacional y obesidad marcada u otras comorbilidades.
Las mujeres con diabetes gestacional previa también corren el riesgo de desarrollar CVD más evidente y pueden necesitar medicamentos para la hipertensión y la hiperlipidemia. Los medicamentos para estas condiciones también deben considerarse como parte de nuestra estrategia de tratamiento.
Por lo tanto, si bien se reconoce que la modificación del estilo de vida debe ser una estrategia clave para reducir el riesgo cardiometabólico después de la diabetes gestacional, los médicos deben incluir medicamentos, e incluso intervenciones quirúrgicas, en su arsenal terapéutico.
Fuente: Epinette JA, et al. J Arthroplasty. 2014;doi:10.1016/j.arth.2013.12.011.