Ha llegado el momento de que todo el mundo cambie las palabras que utilizamos para hablar sobre los niños que son sordos o que tienen dificultades auditivas.
Este es uno de los principales mensajes de unas directrices actualizadas de la Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics) sobre la audición en los bebés, los niños y los adolescentes.
“La eliminación de la terminología que lo plantea como un déficit, por ejemplo ‘pérdida’, ‘insuficiencia’ y ‘discapacidad’, buscaba reflejar que los niños que son sordos o tienen dificultades auditivas son iguales, están sanos y plenos”, aseguró el autor del informe, el Dr. Charles Bower, otorrinolaringólogo pediátrico de Arkansas Children’s Northwest.
Las palabras como deficiencia o pérdidas auditivas se enfocan en lo que las personas no pueden hacer, señaló.
“La terminología debe cambiar, porque los niños que nunca han escuchado, desde que nacieron, no experimentaron una pérdida. Para ellos es lo normal. No tienen una discapacidad”, añadió Regina Zappi. “Su audición es simplemente distinta”. Zappi es la directora asociada de prácticas de audiología de la Asociación Americana del Habla, el Lenguaje y la Audición (American Speech-Language-Hearing Association), en Rockville, Maryland.
Una diferencia en la audición no define la capacidad de un niño de tener éxito en la vida, aseguró. “Ahora usamos los términos sordo, dificultades auditivas, o audición atípica para identificar una diferencia, pero no como forma de identificar su habilidad o las probabilidades de que tengan éxito o sean capaces”.
Estos cambios se están fraguando hace tiempo, anotó Zappi.
Este cambio en la terminología fue introducido inicialmente en 2019 en la Declaración de Postura sobre la Audición Infantil del Comité Conjunto. “Es magnífico que se esté incorporando ahora en otros documentos, que llegarán a una audiencia más amplia de profesionales de atención de la salud”, comentó Zappi.
No necesariamente existe una forma universal para referirse a una persona con dificultades auditivas o sorda, añadió Barbara Kelley, directora ejecutiva de la Asociación Americana de la Pérdida Auditiva (Hearing Loss Association of America), en Rockville, Maryland. “En realidad es asunto del individuo”.
La comunidad de sordos comenzó a dejar de usar palabras como discapacidad y pérdida.
“La cultura sorda se comunica mediante la lengua de signos, y no se sienten discapacitados, de forma que el término no tiene sentido para ellos”, explicó Kelley.
El lenguaje es importante, concurrió la Dra. Alisha West, jefa de cirugía pediátrica de cabeza y cuello de la Facultad de Medicina David Geffen de la UCLA, en Los Ángeles. Cuando se entrenó como médica, discapacidad auditiva era la forma correcta de referirse a las personas sordas o con dificultades auditivas.
Pero ya no lo es. “Discapacidad auditiva implica que pasa algo malo, que algo falta, que no está completo”, observó West. Utiliza términos médicos y datos objetivos cuando habla con los padres sobre los problemas de la audición.
Las nuevas directrices, que se actualizaron inicialmente en 2009, también abordan las pruebas de detección de los problemas de la audición en los niños y adolescentes. La situación actual es que todos los recién nacidos reciben pruebas de detección en el hospital tras su nacimiento, pero esto no encuentra a todos los niños que desarrollan sordera o dificultades auditivas en un momento posterior de la niñez, apunta la directriz.
Las causas genéticas que afectan a la audición podrían aparecer según la edad aumenta. Además, los niños pequeños y mayores pueden sufrir enfermedades infecciosas que provocan un cambio en la audición.
Si estos cambios no se detectan de manera oportuna, los niños quizá no reciban un respaldo adecuado, lo que puede resultar en problemas con el aprendizaje y la socialización.
“Si las familias sienten alguna preocupación sobre el desarrollo del habla y el lenguaje o los problemas auditivos, deben consultar al médico”, enfatizó Bower. “Es importante acudir a todas la visitas programadas en el médico para la atención de rutina, lo que incluye la evaluación de los riesgos y pruebas de la audición objetivas intermitentes”.
Las nuevas directrices se publicaron en la edición en línea del 28 de agosto de la revista Pediatrics.
También aumentan la concienciación sobre las pruebas de detección en los niños durante su crecimiento, si surge cualquier señal.
Los cambios en la audición también pueden ocurrir tras una prueba infantil normal, advirtió el Dr. J. Thomas Roland Jr., profesor de otorrinolaringología-cirugía de cabeza y cuello y neurocirugía del Centro Médico Langone de la NYU, en la ciudad de Nueva York.
“El artículo también aclaró que la pérdida auditiva en estos grupos de edad es más prevalente de lo que pensamos”, señaló Roland, que revisó las directrices. “Además, los problemas conductuales en la escuela o en los ambientes sociales podrían bien indicar que el niño simplemente no oye bien y está frustrado”.
No someta a múltiples pruebas a un niño que no supere las pruebas auditivas, añadió la Dra. Marie Homsi, otorrinolaringóloga pediátrica del Centro Médico Langone de la NYU.
“Esto solo retrasa el diagnóstico y el tratamiento”, advirtió Homsi.
También es importante estar atento a las señales de advertencia que sugieren que un niño quizá tenga dificultades auditivas. “La principal es un retraso en el habla”, comentó Homsi, que también revisó el informe. “Otras señales de advertencia incluyen la timidez, o pedirle a los padres, maestros o cuidadores que repitan las cosas”.