¿Podría el Lorazepam ser peligroso para las personas con un cáncer de páncreas?

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El lorazepam podría activar a una proteína llamada GPR68, que tiene una alta expresión en los fibroblastos que respaldan al tumor, observó la primera autora del estudio. Pensamos que el mecanismo se reduce a una diferencia en estructura entre las distintas benzodiacepinas

A veces, a las personas con un cáncer de páncreas les recetan lorazepam, una benzodiacepina, para la ansiedad, pero podría estar dañando su salud.

Un nuevo estudio encontró que este tratamiento se vinculaba con unos peores resultados, una supervivencia más corta y una progresión más rápida de la enfermedad.

Al contrario, los que tomaban alprazolam, tenían una supervivencia libre de progresión significativamente más larga que los pacientes que no lo tomaban.

“Cuando estudiamos la respuesta a la terapia, pensamos en tratamientos como la quimioterapia o la inmunoterapia, pero a los pacientes también les administran muchos medicamentos para la ansiedad y el dolor”, explicó el autor sénior del estudio, Michael Feigin, profesor asociado de farmacología y terapias del Centro Oncológico Integral de Roswell Park, en Nueva York. “Deseábamos comprender el impacto de algunos de estos fármacos para la atención paliativa en el tumor”.

Las benzodiacepinas alivian la ansiedad, el insomnio y las convulsiones, al suprimir al sistema nervioso central. Con frecuencia, a los pacientes con cáncer les recetan estos medicamentos para ayudarlos a afrontar los problemas que surgen de su enfermedad o tratamiento.

Para estudiar su impacto, primero los investigadores evaluaron cuántos pacientes toman benzodiazepinas durante el tratamiento para el cáncer.

Entre los pacientes tratados en Roswell Park por un cáncer de próstata, páncreas, ovario, riñón, cabeza y cuello, endometrio, colon, mama o cerebro, además del melanoma, casi un 31 por ciento recibieron benzodiacepinas. Alrededor de un 41 por ciento de los pacientes con un cáncer de páncreas recibieron los fármacos, la tasa más alta observada en el estudio.

Tras ajustar por otros factores, el uso de las benzodiacepinas se asoció con un riesgo un 30 por ciento más bajo de muerte relacionada con el cáncer de páncreas.

Pero el panorama cambió cuando observaron las benzodiacepinas específicas y los resultados en el cáncer de páncreas.

Aparte de las benzodiacepinas de acción corta que se utilizan como parte de la anestesia general, las dos benzodiacepinas utilizadas con la mayor frecuencia fueron el lorazepam (Ativan), que se recetó a 40 de estos pacientes, y el alprazolam, que tomaban 27 de estos pacientes.

Los que tomaban Xanax tenían un riesgo un 62 por ciento más bajo de progresión de la enfermedad o muerte, en comparación con los que no lo tomaban. Por otra parte, los pacientes que tomaban Ativan tenían un riesgo casi cuatro veces más alto de progresión de la enfermedad o muerte que los pacientes que no tomaban lorazepam.

El Xanax raras veces se asoció con unos resultados significativamente distintos en otros tipos de cáncer. Pero Lorazepam se correlacionó con una supervivencia general significativamente peor en el cáncer de próstata, ovario, cabeza y cuello, útero, colon y mama, además del melanoma. Los efectos abarcaron desde un aumento de un 25 por ciento en el riesgo hasta un aumento de un 116 por ciento en el riesgo.

“Algunos estudios anteriores han examinado el efecto de las benzodiacepinas en el crecimiento de las células tumorales, usando modelos sin un microambiente”, apuntó Feigin. “Dado que el microambiente tumoral tiene un importante rol en la biología del cáncer de páncreas, queríamos saber si las benzodiacepinas le hacen algo al microambiente”.

Para intentar averiguarlo, los investigadores recurrieron a pruebas con ratones.

¿Qué encontraron? El lorazepam podría activar a una proteína llamada GPR68, que tiene una alta expresión en los fibroblastos que respaldan al tumor, observó la primera autora del estudio, Abigail Cornwell, estudiante de postgrado del laboratorio de Feigin. La GPR68 fomenta la expresión de la citoquina IL-6, que promueve la inflamación en el microambiente del tumor de páncreas, lo que conduce a un mayor crecimiento tumoral, según la investigación.

Pero una clase de benzodiacepinas, llamada benzodiacepinas no N-sustituidas, entre las que se encuentran lorazepam, clonazepam ,nordiazepam y oxazepam, podrían activar a la GPR68. Las benzodiacepinas N-sustituidas, como alprazolam, diazepam y temazepam, no tuvieron ningún efecto en la activación de la GPR68.

Los hallazgos se publicaron en la edición en línea del 17 de agosto de Clinical Cancer Research.

“Pensamos que el mecanismo se reduce a una diferencia en estructura entre las distintas benzodiacepinas. El alprazolam tiene el efecto contrario al lorazepam: no tiene ningún impacto en la GPR68, pero reduce potentemente a la IL-6, y pensamos que esto reduce el potencial inflamatorio de estos tumores”, explicó Feigin en un comunicado de prensa de la AACR.

“Pienso que es demasiado pronto para decir que los pacientes deben dejar de tomar un fármaco o comenzar a tomar otro”, comentó Feigin. “Queda mucho por aprender en términos de las implicaciones clínicas”.

El próximo paso sería un ensayo clínico para evaluar el tema a mayor profundidad. Una limitación del estudio fue que las pruebas realizadas en ratones no siempre dan resultado en los humanos.

FUENTE: American Association for Cancer Research, news release, Aug. 17, 2023
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