El ejercicio y los deportes son un antidepresivo natural para los adolescentes

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"Esta es la primera vez que hemos podido reunir suficientes estudios para poder sacar una conclusión bastante buena y responder a la pregunta de si la actividad física y el ejercicio son buenos para los niños con síntomas de depresión"

Un antídoto contra la depresión adolescente quizá se encuentre en los gimnasios de las escuelas y en los campos deportivos, plantea una nueva revisión de gran tamaño.

Los programas de ejercicio supervisado se asocian con unas reducciones significativas en los síntomas de depresión de niños y adolescentes, según el análisis de los datos de 21 estudios en que participaron más de 2,400 jóvenes.

“Esta es la primera vez que hemos podido reunir suficientes estudios para poder sacar una conclusión bastante buena y responder a la pregunta de si la actividad física y el ejercicio son buenos para los niños con síntomas de depresión”, comentó el coautor del estudio, Walter Thompson, un profesor jubilado de fisiología del ejercicio de la Universidad Estatal de Georgia, en Atlanta. “La respuesta es un contundente sí”.

Además, los datos indican una dosis específica de ejercicio que produce el mayor beneficio para los niños: alrededor de una hora de actividad física, tres días a la semana, proveyó el mejor alivio de los síntomas de depresión.

“Y como se sabe, esto se parece mucho a lo que el gobierno federal ha recomendado como ejercicio regular tanto para los niños como para los adultos, que es de entre 75 y 150 minutos por semana”, señaló Thompson.

El estudio también encontró que los programas de ejercicio de menos de 12 semanas de duración producían unos mayores beneficios, quizá porque un programa tan definido permite a los participantes un sentimiento positivo de éxito y logro, según un editorial del que fue coautor Eduardo Bustamante, profesor asistente de quinesiología y nutrición de la Universidad de Illinois, en Chicago.

“Estos programas de actividad física que tenemos reducen los síntomas depresivos sin ni tan solo intentarlo”, aseguró Bustamante. “Logramos este impacto sin ni siquiera intentar reducir la depresión de forma específica”.

Estos resultados ofrecen una respuesta potencial a la crisis de salud mental que ha estado afectado a los adolescentes y adultos jóvenes estadounidenses tras la pandemia y otros cambio sociales.

En 2021, casi uno de cada cuatro adultos jóvenes afirmó que había buscado y recibido recientemente un tratamiento para la salud mental, según un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.

La depresión es el segundo trastorno de la salud mental más común entre los niños y adolescentes, y es un fuerte predictor de los trastornos de la salud mental y el suicidio en el futuro, apuntaron los autores del estudio en las notas de respaldo.

Hasta un 67 por ciento de los jóvenes con síntomas de depresión tiene un riesgo de desarrollar una depresión o ansiedad en toda regla en la adultez, advirtieron los investigadores.

Los adolescentes son los que más se beneficiaron

En el estudio, el equipo de la investigación reunió los datos de 21 ensayos clínicos anteriores, en que niños y adolescentes participaron en programas de actividad física.

Los ensayos quizá buscaran estudiar algo que no era la salud mental, por ejemplo la obesidad, el éxito educativo o el TDAH (trastorno de déficit de atención e hiperactividad), pero todos incluyeron herramientas que calificaron los síntomas de depresión de los participantes

Los investigadores encontraron que el mayor beneficio ocurrió en los participantes de a partir de 13 años.

Esto tiene sentido, dado que en general los estados eliminan de forma gradual sus requisitos de educación física alrededor del quinto curso, apuntó Thompson.

“Más o menos a los 12 años, cuando un niño entra en la escuela intermedia, ya no hay un requisito de educación física”, dijo Thompson. “Lo que esto significa es que no reciben la misma actividad física estructurada que los niños más pequeños reciben. Entonces, lo que observamos es un aumento en los síntomas de depresión, lo que se traduce en un diagnóstico clínico de depresión, que luego los acompaña en la escuela secundaria y la adultez”.

El análisis, que se publicó en la edición en línea del 3 de enero de la revista JAMA Pediatrics, también reveló un mayor beneficio del ejercicio en los niños que ya habían recibido un diagnóstico de depresión o de otra enfermedad mental.

“Esto no resultó sorprendente”, aseguró el Dr. Anish Dube, presidente del Consejo de Niños, Adolescentes y sus Familias de la Asociación Americana de Psiquiatría (American Psychiatric Association).

“Uno de los síntomas más prominentes [de la depresión] puede ser la inactividad física o la inercia física, y la falta de deseo de hacer algo”, aclaró Dube. “En un sentido, la actividad física en sí es similar a una intervención que llamaríamos activación conductual”, en que los pacientes participan en actividades significativas para vencer a este letargo depresivo.

La actividad física podría ayudar a aliviar la depresión por varios motivos, aseguraron los expertos.

El ejercicio libera unas hormonas cerebrales llamadas endorfinas, que fomentan una sensación de bienestar y mejoran el estado de ánimo en general, dijo Thompson.

La actividad física también puede hacer que un joven se sienta mejor al hacer que su cuerpo esté más sano y al fomentar un sueño de alta calidad, añadieron los expertos.

El ejercicio mejora la capacidad intelectual y las habilidades sociales

Además, el ejercicio promueve la salud del cerebro, apuntó Bustamante.

“Tenemos evidencias de que, cuando los niños hacen ejercicio, la materia blanca [del cerebro] mejora, y entonces las partes del cerebro que se están comunicando entre regiones se interrelacionan más y se vuelven más eficientes”, explicó Bustamante. “Tenemos datos de que se ve más activación en las áreas relevantes para la tarea cognitiva en cuestión. Entonces, las partes de los cerebros de los niños que son responsables de la concentración están más activas después de que hagan ejercicio”.

También es probable que el ejercicio haga que los niños se sientan mejor, porque están interactuando con otros niños y adultos, y se distraen de sus problemas, apuntó Mitch Prinstein, un psicólogo del desarrollo y director científico de la Asociación Americana de Psicología (American Psychological Association).

“Cuando hacemos ejercicio, tendemos a no pensar en nada excepto el ejercicio, porque es físicamente agotador para nuestros cuerpos, y esto es bueno”, apuntó Prinstein. “Esto promueve una atención consciente, una consciencia presente del aquí y el ahora. Y a veces esto nos saca de un estilo más meditabundo cuando estamos deprimidos, que es en realidad pensar o preocuparse o estar preocupado sobre los factores estresantes recientes”.

Pero Thompson y los demás expertos anotaron que estos resultados provenían sobre todo de programas de ejercicio organizados y supervisados.

“Para nosotros es fácil decir que salgan a jugar, pero no sabemos lo que esto significa. Algunos niños saldrán, y su idea de jugar es usar el teléfono”, apuntó Thompson.

Thompson anima a los padres a ir a la escuela de sus hijos y asegurarse de que estén inscritos en clases de educación física o deportes extracurriculares, para poder desarrollar unos hábitos saludables que continuarán en la adultez.

Aunque los estudiantes de escuela intermedia y secundaria con frecuencia no están obligados a tomar clases de educación física, muchas escuelas sí ofrecen las clases como opción, apuntó Thompson.

“El tenis requiere habilidad, ¿pero dónde se aprende eso? Pues un lugar magnífico para aprender esa habilidad para una devoción de por vida al deporte es en la escuela intermedia y secundaria”, planteó Thompson.

Los padres también pueden hacer que sus hijos hagan ejercicio con una mayor frecuencia al mostrarles cómo se hace, al incorporar la actividad física regular en sus propias vidas, sugirió.

“Si usted es un padre y está físicamente activo, es probable que su hijo sea físicamente activo”, añadió Thompson. “Si usted tiene una Peloton en el sótano y su hijo lo ve pedaleando y le dice que parece divertido, invítelo a que participe también”.

FUENTES: Walter Thompson, PhD, retired professor, exercise physiology, Georgia State University, Atlanta; Eduardo Bustamante, PhD, assistant professor, kinesiology and nutrition, University of Illinois, Chicago; Anish Dube, MD, chair, American Psychiatric Association’s Council on Children, Adolescents, and their Families; Mitch Prinstein, PhD, developmental psychologist and chief science officer, American Psychological Association; JAMA Pediatrics, Jan. 3, 2023, online
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