Algunos niños quizá puedan superar su alergia al cacahuate (maní) si comienzan con la inmunoterapia cuando son bebés, informa un nuevo e importante ensayo clínico.
En el ensayo, un grupo de niños de 1 a 3 años con graves alergias al cacahuate recibieron de forma segura unas dosis diaria que aumentaron de forma gradual de harina de proteína de cacahuate, para ayudar a acostumbrar a sus sistemas inmunitarios al alérgeno.
Alrededor de uno de cada cinco al final pudo comer un puñado de cacahuates sin una reacción alérgica, incluso después de haber acabado la terapia seis meses antes, informaron los investigadores en la edición del 22 de enero de la revista The Lancet.
“Creemos que esto muestra que si podemos identificar a los niños con alergias al cacahuate e intervenir pronto con un protocolo de tratamiento oral, hay una oportunidad de que en realidad pudiéramos cambiar su trayectoria a una reacción alérgica grave e incluso, potencialmente, lograr que los niños entren en una remisión en la cual, en un futuro, no serían alérgicos al cacahuate”, señaló la investigadora principal, la Dra. Stacei Jones, profesora de pediatría en alergias e inmunología de la Universidad de Ciencias Médicas de Arkansas, y en el Hospital Pediátrico de Arkansas, en Little Rock.
Mientras antes comenzaba el niño la terapia, más probabilidades tenía de perder la alergia, encontraron los investigadores. Alrededor de un 71 por ciento de los niños de 1 año entraron en remisión, en comparación con un 35 por ciento de los niños de 2 años y un 19 por ciento de los niños de 3 años.
Actualmente, la única inmunoterapia aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU. para el tratamiento de las alergias al cacahuate, un polvo derivado del cacahuate llamado Palforzia, está aprobado para el tratamiento de niños de 4 a 17 años, apuntó Jones.
Jones y sus colaboradores sospechaban que unos niños mucho más pequeños podrían beneficiarse de la inmunoterapia. En esa etapa, “el sistema inmunitario es muy dinámico, y tiene mucha plasticidad”, explicó Jones.
En el estudio, los investigadores reclutaron a casi 150 niños en cinco centros médicos académicos de Estados Unidos, y asignaron a dos tercios a que se sometieran a la inmunoterapia para el cacahuate, mientras que el resto recibieron un placebo inactivo.
Todos los bebés eran altamente alérgicos al cacahuate, y con frecuencia también eran alérgicos a otros alimentos o sufrían de afecciones inmunitarias como el asma o el eczema, anotó Jones.
“En su desafío alimentario inicial para entrar en el estudio, reaccionaron al equivalente de 25 miligramos de cacahuate, que es alrededor de una décima parte de un cacahuate”, aclaró Jones.
Incluso a esta edad, los síntomas de la alergia a los cacahuates son en general bastante dramáticos, según el Colegio Americano de Alergias, Asma e Inmunología (American College of Allergy, Asthma, and Immunology, ACAAI).
La reacción más grave es la anafilaxia, una respuesta inmunitaria del cuerpo completo que puede incluir una alteración de la respiración, hinchazón de la garganta, una reducción súbita en la presión arterial, piel pálida, labios azulados, desmayos o mareos, apunta el ACAAI.
Entre unas reacciones menos intensas se pueden incluir la urticaria, dificultades para respirar o vómitos, al veces en cuestión de segundos o minutos tras comer cacahuates, comentó Jones.
Durante un periodo inicial de 30 semanas, los niños del grupo de tratamiento recibieron unas dosis siempre crecientes de harina de cacahuate mezclada en alimentos como la compota de manzana o pudín, hasta que llegaron a una dosis objetivo máxima de 2 gramos (equivalente a unos seis cacahuates). Entonces, continuaron comiendo una dosis diaria de harina de cacahuate durante los dos años posteriores.
Al final de los dos años, los niños se sometieron a un desafío alimentario para evaluar el estatus de su alergia al cacahuate.
“Encontramos que de los niños que iniciaron el estudio, un 71 por ciento habían alcanzado el parámetro de la desensibilización”, aseguró Jones. “Pasaron de poder consumir apenas alrededor de una décima parte de un cacahuate, como grupo, a hasta 5 gramos, o unos 16 cacahuates”.
En este momento, el ensayo clínico pausó el tratamiento de los niños, y les pidió que evitaran el cacahuate durante seis meses. Encones, volvieron para recibir un segundo desafío alimentario, para ver qué tanto habían durado los efectos de su terapia.
Alrededor de un 21 por ciento de los niños todavía podían comer 5 gramos de cacahuates durante el segundo desafío sin tener una reacción alérgica, en comparación con apenas un 2 por ciento de los niños del grupo de placebo, según el estudio.
“Incluso entre los que no toleraban los 5 gramos, un 40 por ciento podían tolerar casi la mitad de esta cantidad o un poco menos”, dijo Jones. “Esto implica que si comprendiéramos esto mejor en realidad podríamos ayudar a los niños a superar sus alergias al crecer, e introducir el alimento en su dieta”.
Aunque casi la mitad de los niños que recibieron harina de cacahuate tuvieron al menos una reacción alérgica relacionada con la dosis durante el tratamiento, la mayoría fueron entre leves y moderadas, apuntaron los autores del estudio. De estos niños, 21 recibieron epinefrina, un medicamento de rescate, por 35 reacciones moderadas a la harina de cacahuate durante el periodo de tratamiento.
Iniciar la inmunoterapia a una edad tan temprana “puede reducir la brecha del periodo durante el cual alguien debe vivir con la evitación del cacahuate como su estilo de gestión principal”, comentó un alergólogo pediátrico, el Dr. Matthew Greenhawt, autor de un editorial que se publicó junto con los resultados del ensayo clínico.
“Esto haría que la mayoría de los niños fueran elegibles para iniciar la terapia muy pronto tras el momento del diagnóstico, algo que ahora es importante con el ímpetu para introducir el cacahuate en el primer año de vida, lo que conduce a un diagnóstico más temprano en algunos niños”, comentó Greenhawt, director de la Unidad de Desafíos Alimentarios e Investigación del Hospital Pediátrico de Colorado en Aurora, Colorado. “También, esto puede ayudar a aumentar el número de niños alérgicos al cacahuate que se podrían tratar antes de comenzar la escuela”.
Pero Jones advirtió que en este momento “no pensamos que esto esté listo para el protagonismo. Pensamos que debe haber más estudios con unos grupos mejor estratificados según la edad de niños tratados, para de verdad comprender el impacto que tiene”.
FUENTES: Stacie Jones, MD, professor of pediatrics and chief, allergy and immunology, University of Arkansas for Medical Sciences and Arkansas Children’s Hospital, Little Rock; Matthew Greenhawt, MD, director, Children’s Hospital Colorado, Food Challenge and Research Unit, Aurora, Colo.; The Lancet, Jan. 22, 2022