Este estudio encontró que las que vivían en áreas urbanas con más cobertura arbórea tenían un riesgo más bajo de recibir un diagnóstico de depresión posparto, en comparación con las mujeres de vecindarios menos verdes.
Factores como los ingresos familiares, o la raza o el nivel educativo de las madres, no explicaron el vínculo.
Los expertos señalaron que los hallazgos no prueban que vivir entre árboles reduzca las probabilidades de depresión posparto. Pero sí amplían a las investigaciones que sugieren que tener un espacio verde a la vista es positivo para la salud mental de las personas.
El estudio también apunta a un motivo: la actividad física. Es mucho más fácil salir a caminar cuando se vive en un vecindario con árboles, dada la sombra y el aire de mejor calidad.
Y esto podría tener una importancia particular para las nuevas mamás, apuntó la investigadora sénior, Jun Wu, profesora de la Universidad de California, en Irvine.
Tienen poco tiempo y están agotadas, comentó Wu, e ir al parque, sobre todo si tienen que conducir, quizá sea imposible. Salir al aire fresco y a la sombra es mucho más factible, sugirió.
Kathleen Wolf es una científica de investigación social del Colegio del Ambiente de la Universidad de Washington, en Seattle.
Wolf afirmó que estudios realizados en distintas culturas han mostrado la relación entre la exposición al espacio verde y un mejor bienestar mental.
Y aunque el nuevo estudio se enfocó en el rol del ejercicio, hay muchos motivos por los cuales estar entre árboles puede calmar a la mente, apuntaron tanto Wolf como Wu.
Uno es que puede ayudar a las personas a desestresarse. La investigación ha encontrado que, en promedio, las personas que pasan tiempo de manera regular en espacios verdes tienen una presión arterial, una frecuencia cardiaca y unos niveles de cortisol, la hormona del “estrés”, más bajos.
Y cuando se camina por el vecindario, dijeron ambas investigadoras, hay probabilidades de conexión social, tan solo con saludar al vecino o acariciar al perro de alguien, por ejemplo.
Wolf aseguró que el tiempo que se pasa al aire libre también puede ayudarnos a ampliar nuestra perspectiva y poner el estrés de la vida diaria en contexto.
“Las personas tienen la tendencia a rumiar sobre las cosas malas”, advirtió. “El tiempo en la naturaleza puede sacarnos de esa rumiación”.
Los hallazgos, que se publicaron en la edición en línea del 6 de marzo de la revista TheLancet Regional Health, se basan en los expedientes de más de 415,000 mujeres que dieron a luz en los centros médicos de Kaiser Permanente del sur de California entre 2008 y 2018.
El equipo de Wu utilizó varias fuentes, entre ellas imágenes de Street View y datos de satélite, para estimar la cantidad de espacio verde alrededor de la residencia de cada familia.
En general, más o menos un 10 por ciento de las nuevas madres fueron diagnosticadas con una depresión posparto. Pero el riesgo se redujo cuando vivían en lugares más verdes: por cada aumento de un 10 por ciento en el espacio verde a “pie de calle”, el riesgo de depresión posparto se redujo en más o menos un 4 por ciento, encontraron los investigadores.
Esto fue después de que los investigadores tomaran en cuenta otros factores, como los ingresos típicos en el vecindario, la edad, la raza y el nivel educativo de las mujeres, y si tenían alguna afección de salud relacionada con el embarazo.
Los árboles, en específico, se destacaron como protectores, mientras que la hierba no pareció ser suficiente. Tampoco lo fue tener un parque cerca.
Como el equipo de Wu tenía información sobre los hábitos de actividad física de las mujeres (que reportaron ellas mismas en sus expedientes médicos), observaron si el ejercicio explicaba parte de los hallazgos. Y sí explicó una pequeña parte del vínculo entre el espacio verde y un riesgo más bajo de depresión.
Ambas investigadoras dijeron que este estudio, junto con estudios anteriores, tiene implicaciones para los planificadores comunitarios y urbanos.
Una es, apuntaron, que se sabe que hay disparidades en el acceso al espacio verde en las ciudades, y que muchos parques y otros oasis urbanos se concentran en los vecindarios con unos ingresos más altos.
“Durante mucho tiempo, la actitud era que tener parques y árboles era agradable”, observó Wu.
Pero ahora, enfatizó, hay muchas evidencias de que el espacio verde también es una cuestión de salud pública. Y Wolf dijo que sí piensa que el tema está recibiendo más atención.
“Pienso que la investigación de verdad está cambiando la forma en que los planificadores y los gestores urbanos están considerando a los espacios verdes”, añadió. “La naturaleza es buena para nosotros, y debería ser un bien público”.