De los más de trescientos fármacos en ensayos clínicos para enfermedades dermatológicas, una quincena se dirigen a la alopecia. El último informe de la patronal farmacéutica estadounidense Phrma dedicado a la dermatología recoge una variedad de moléculas y mecanismos de acción para alopecia androgénica y areata.
Entre este abanico, los dermatólogos españoles tienen claro que los inhibidores de JAK para alopecia areata brillan con luz propia.
“La alopecia androgénica afecta en España al 50 por ciento de los hombres a los 50 años de edad, y la areata a entre el 1,5 y el 2 por ciento de la población. La primera se considera una condición, y la segunda, enfermedad”, expone Ramón Grimalt, profesor de Dermatología de la Universidad Internacional de Cataluña.
Mientras la androgénica está mejor resuelta con el tratamiento médico y quirúrgico, la areata está más necesitada de terapias eficaces, coinciden todos.
El jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, Eduardo López Bran, explica que se recurre a medicamentos fuera de indicación como corticoides e inmunomoduladores, como la ciclosporina, sin una respuesta satisfactoria.
Además de “un reto en el tratamiento”, López Bran destaca la grave afectación de la calidad de vida de los hombres y mujeres que padecen este tipo de calvicie. “Irrumpe de forma brusca y puede implicar la pérdida total del pelo en el cuero cabelludo o universal en todo el cuerpo”, resalta. Por todo lo anterior, la irrupción de los inhibidores de JAK “es una fantástica noticia”, entiende López Bran.
Su importancia es tal que pueden suponer “un cambio en el paradigma terapéutico de la enfermedad”, corrobora Sergio Vañó, director de la Unidad de Tricología y Estudio de las Alopecias del hospital madrileño Ramón y Cajal. Entre los fármacos anti-JAK sistémicos, Vañó señala los fármacos para Reumatología tofacitinib y baricitinib y el antineoplásico ruxolitinib. “Si se demuestra en ensayos clínicos, y si el coste para el sistema es asumible, serán medicamentos que utilizaremos en muchos pacientes”, afirma.
Grimalt entiende que la clave está en su administración percutánea de forma que garantice una alta concentración en el cuero cabelludo obviando los efectos adversos que se derivarían de su administración sistémica. “Hay muchos laboratorios trabajando en esta línea en nanotecnología y con sistemas liposomales”.
También en androgénica hay líneas de investigación prometedoras, como el trabajo con agonistas de la vía Wnt, los antagonistas de las prostaglandinas o fármacos orientados a inhibir el receptor androgénico, “sin que exista una que de forma clara destaque sobre el resto”, apunta Vañó.
A su juicio, la principal esperanza en androgénica es la medicina regenerativa con células madre, “aunque la investigación a este respecto todavía se encuentra en fases iniciales”.
Otra novedad en el abordaje de la alopecia androgénica sería el empleo de minoxidil oral. Este antihipertensivo que lleva años utilizándose en el tratamiento tópico “se ha visto que a dosis bajas, del orden de 1,5 mg al día, tiene pocos efectos sobre la presión arterial y aporta ventajas importantes, como la cosmeticidad, ya que muchos pacientes se quejan de que el minoxidil ensucia, y la comodidad de administración”, apunta Grimalt.
Asimismo, añade el experto, se espera la aprobación de dustasterida oral en esta indicación, “que se ha demostrado que tiene un efecto superior a la finasterida al inhibir no solo la alfa 5 reductasa de tipo 2 sino también la de tipo 1″.
Pese a que el cabello “no tiene ninguna función vital para el ser humano, más allá de la protección física frente al sol, tiene una importancia psicológica casi imposible de medir, tanto en hombres como en mujeres”, observa López Bran.
La investigación en alopecia se enfrenta al reto de que la eficacia de los fármacos está ligada al mantenimiento del tratamiento. “Probablemente haya que recurrir a la farmacogenética para encontrar vías para modificar la predisposición genética a sufrir estos problemas”, concluye.
El informe de Phrma sobre la I+D en dermatología refleja “un repunte del interés de las farmacéuticas por la alopecia areata y androgénica”, expone Sergio Vañó, del Hospital Ramón y Cajal (Madrid), que echa de menos que no se potencie la investigación frente a otros tipos que se ven habitualmente en las consultas como la alopecia frontal fibrosante, el liquen plano pilar o la foliculitis decalvante.
También Eduardo López Bran, del Clínico San Carlos, también en Madrid, y Ramón Grimalt, de la Universidad Internacional de Cataluña, destacan la necesidad de terapias en la frontal fibrosante, que se caracteriza por la pérdida de pelo en la zona frontotemporal (en forma de diadema) y afecta a mujeres a partir de la menopausia. “Se utilizan la dutasterida, la finasterida y el minoxidil, pero cualquier novedad sería bienvenida”, expone López Bran.
Fuente: https://www.diariomedico.com/farmacia/hospitalaria/los-inhibidores-de-jak-gran-esperanza-para-alopecia-areata.html