Una investigación reciente muestra que las personas con un equilibrio robusto de bacterias en los intestinos son más propensas a tener un buen desempeño en pruebas de las habilidades de pensamiento estándar, que incluyen a la atención, la flexibilidad, el autocontrol y la memoria. No se comprende del todo la forma exacta en que el entorno bacteriano afecta a nuestros cerebros, pero los investigadores tienen algunas teorías.
“Sabemos a partir de modelos con animales que la microbiota intestinal está implicada en la inflamación sistémica, que es un factor de riesgo de la patología cerebral”, señaló la autora del estudio, Katie Meyer, epidemióloga del Instituto de Investigación en Nutrición de la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill.
Se sabe que una dieta mediterránea rica en frutas y verduras, granos integrales, frutos secos, semillas y proteína magra, y baja en alimentos procesados, además de una actividad física regular, es buena para el cerebro.
“Estas conductas de salud se han asociado con las características microbianas”, apuntó Meyer, “y es posible que los efectos protectores de la dieta y la actividad puedan, en parte, funcionar a través de la microbiota intestinal”.
El microbioma intestinal está conformado por billones de microorganismos y su material genético. En el nuevo estudio, los investigadores analizaron las bacterias que colonizaban los intestinos de casi 600 participantes, con una edad promedio de 55 años.
En lugar de secuenciar todo el material genético, los investigadores analizaron un gen que identifica al grupo bacteriano general, pero que no arroja información específica.
A las personas con una diversidad microbiana intestinal tendió a irles mejor en seis pruebas estándares de las habilidades de pensamiento y la memoria (la cognición). Varios tipos específicos de bacterias (Barnesiella, el grupo Lachnospiraceae FCS020 y Sutterella) parecieron afectar el rendimiento en las pruebas mentales.
Pero los investigadores dijeron que deben indagar a mayor profundidad para comprender cómo y por qué.
“Sabemos que la comunidad general se relaciona con muchas cosas, pero todavía no estamos seguros de cuáles características o miembros específicos de la comunidad podrían ser los más relevantes, al menos para algo como la cognición”, comentó Meyer.
Los hallazgos se publicaron el 8 de febrero en la revista JAMA Network Open. Son los más recientes en una serie de estudios que examinan el rol de las bacterias intestinales en la salud y la enfermedad.
Unos expertos que no participaron en el estudio advirtieron rápidamente que es demasiado pronto para hacer cualquier recomendación sobre cómo modificar el microbioma intestinal con el fin de mejorar la salud del cerebro.
“Una mayor diversidad bacteriana, en general, es buena para la salud, y menos diversidad no es tan buena, y esto aplica a toda una variedad de afecciones de salud, e incluye a la salud del cerebro”, comentó el inmunólogo John Bienenstock, profesor jubilado de patología y medicina molecular de la Universidad de McMaster en Hamilton, Canadá. “Este estudio está bien hecho, e incluye a un gran grupo de personas de distintas razas y comunidades, pero se necesita más investigación para comprender sus implicaciones”.
Christopher Forsyth, del Centro Rush de Investigación Integrada en el Microbioma y la Cronobiología, en Chicago, también revisó los hallazgos.
Afirmó que contribuyen a la comprensión del rol del eje intestino-cerebro en la función y la disfunción mentales.
“Necesitamos datos humanos adicionales para investigar más la importante relación entre la cognición y el microbioma intestinal”, planteó Forsyth.
El Dr. Christopher Damman, profesor asistente de gastroenterología y medicina de la Universidad de Washington, en Seattle, se mostró de acuerdo.
La conexión entre los intestinos y el cerebro es bien conocida, pero una correlación no prueba causalidad, enfatizó.
“Necesitamos ver si la manipulación del microbioma tiene algún valor terapéutico para la salud del cerebro”, comentó Damman. Pero quizá sea más fácil de decir que de hacer, anotó.
“Algunas personas toman complementos probióticos para ayudar a restablecer el equilibrio entre las bacterias buenas y las malas en los intestinos para mejorar su salud, pero no se trata de un solo germen, hay que reclutar a comunidades bacterianas enteras”, añadió Damman. “Esto comienza al incluir más fibra vegetal en la dieta para alimentar a los gérmenes buenos y mejorar la diversidad del microbioma intestinal”.
FUENTES: Katie Meyer, ScD, epidemiologist, Nutrition Research Institute, University of North Carolina at Chapel Hill; John Bienenstock, FRCP, immunologist, professor emeritus, pathology and molecular medicine, McMaster University, Hamilton, Ontario, Canada; Christopher Forsyth, PhD, director, training and mentoring, Rush Center for Integrated Microbiome and Chronobiology Research, Chicago; Christopher Damman, MD, assistant professor, gastroenterology and medicine, University of Washington School of Medicine, Seattle; JAMA Network Open, Feb. 8, 2022